Centro de Idiomas:
Wayne y Frédéric son dos maestros, originarios de Estados Unidos y Canadá respectivamente, que comparten las aulas de ITESCA para adiestrarnos en los idiomas de inglés y francés desde el Centro de Idiomas. |
En algunas ocasiones me hacen preguntas sobre el español y resulta una extraña conversación de un complicado español mío y mi parco inglés, el nada francés de Wayne y la desesperación controlada de Frédéric que me escucha en español, me entiende en francés y luego le explica en inglés a Wayne, que paciente y con un ojo medio cerrado y alzada la otra ceja, espera que Frédéric desembrolle el lío de dos idiomas que le son tan culturalmente ajenos. Ellos, muy generosamente me llaman su maestra de español y yo, les pedí una tarea difícil. Que me describieran a Ciudad Obregón desde su mirada fuereña, pero que lo hicieran en español. Creo que sin querer los puse frente a un reto que no esperaban y que sufrieron con estoicismo ejemplar: muy profesionales y a tono con su idiosincrasia, me entregaron el escrito a tiempo y en español. Ellos me pidieron que los revisara y corrigiera, yo decidí publicarlo tal cual, porque me resultaron amenos y reveladores... juzguen ustedes. Margarita Araux.
Mensaje
del maestro de Inglés Yo he vivido en Obregón por cuatro años y en ese tiempo yo he encontrado que la gente es muy amable. Desde que estuve en Phoenix el clima no me molesta mucho porque yo ya estoy acostumbrado a vivir así. Dando la opción viviendo en Phoenix o en Obregón prefiero vivir en Obregón porque mi familia está más segura aquí en México. Y mis hijos crecerán con una mejor moralidad. Yo en realidad disfruto mucho enseñando inglés y trabajando en ITESCA. Y también valoro todos los amigos nuevos que conocí. En estos últimos cuatro años, yo he aprendido de la lengua y la cultura. Espero un día aprender el español correctamente. WAYNE WENDORF
Mensaje
del maestro de Francés El domingo primero de septiembre, después de muchas horas pasadas en la autopista mágica del cielo, entre las nubes blancas y densas, alumbradas por el sol, por fin mi viaje en avión termina. Tomo mi equipaje y me voy a la salida del aeropuerto, para tomar un taxi e irme al hotel. Estoy cansado y nervioso, tengo mucho calor, pero estoy listo para explorar una nueva dimensión de la existencia: la vida en México. El vuelo de Canadá a México fue una experiencia musical interesante: yo escuché los pasajeros discutir pero, la mayoría del tiempo, yo no entendía casi nada. Intenté leer el periódico pero, yo entendía poco. Cuando el pasajero al lado de mí habló, yo decía “por supuesto, sí claro”, pero yo entendía muy poco. Cuando yo tuve que preguntar a una persona donde podía tomar un taxi, yo mismo entendí poco de que dije, pero, curiosamente, la persona que me escuchaba entendió más que yo el significado de mi mensaje. Entonces él me explicó lo que quería decir?. Obregón, Obregón, y alrededor.. el sol en el horizonte me sume en la ficción de mi infancia: cuando yo miro los cactus en el desierto, me acuerdo de partes de películas en negro y blanco, viejas imágenes de mi dibujo animado favorito “Lucky Luke”, un vaquero en el sur de los Estados Unidos, y yo no puedo hacer otras cosas que sonreír, con una cara contemplativa y desorientada por el nuevo orden del mudo. El paisaje desierto espectacular, el clima, los árboles, los frutos, la comida, los “volks” en la calle y la amabilidad de la gente, hacen de Obregón un lugar mágico. Me
gusta descubrir cómo una sociedad fabrica cada día su felicidad y cómo,
al mismo tiempo, el encuentro de esta nueva cultura diseña y modela la
silueta de mi propia identidad, que yo veo una y otra vez como la primera
vez. Al contacto de esta nueva realidad, mil preguntas filosóficas surgen
en mi mente: ¿Dónde, cómo y para qué vivir? ¿cuál es el significado
de la vida y cuál es, por supuesto, el secreto del sabor de la
“corona”?. Fréderic Laganeire
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